Ciudadanía romana. La ciudadanía romana aseguraba a la persona derechos especiales y exenciones que se reconocían y honraban por todo el imperio. Tambien el recibir en ciertas epocas del imperio muchos privilegios economicos al poder comerciar y efectuar prestamos con grandes ganancias e interes. Por ejemplo, era ilegal torturar o azotar a un ciudadano romano con el propósito de hacerle confesar, pues estas clases de castigo se consideraban muy innobles y adecuadas solo para aplicar a los esclavos.
Otra ventaja y privilegio de que disfrutaba el ciudadano romano era el derecho de apelar contra la sentencia de un gobernador provincial al emperador de Roma. En los casos de delitos que pudieran ser castigados con la muerte, el ciudadano romano tenía el derecho de ser enviado a Roma para ser juzgado ante el mismo emperador.
La ciudadanía romana podía obtenerse de varias maneras. A veces los emperadores extendían este favor especial a ciudades o distritos enteros, o a ciertos individuos, por los servicios prestados (servir en las legiones). También era posible comprar la ciudadanía directamente a cambio de una suma de dinero.
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